martes, 23 de abril de 2013

Tratamiento II

Quimioterapia

La quimioterapia es un tratamiento contra el cáncer cuyo objetivo es destruir las células que componen el tumor, con el fin de lograr la reducción de la enfermedad. A los fármacos empleados en este tipo de tratamiento se les denomina fármacos antineoplásicos o quimioterápicos. Estos fármacos llegan prácticamente a todos los tejidos del organismo, y ahí es dónde ejercen su acción, tanto sobre las células malignas como sobre las sanas. Debido a la acción de los medicamentos sobre estas últimas, pueden aparecer una serie de síntomas, más o menos intensos y generalmente transitorios, denominados efectos secundarios.

En general, la quimioterapia actúa en la fase de división de la célula tumoral impidiendo su multiplicación, y destruyéndolas.

La finalidad de la quimioterapia puede variar en función del tipo de tumor, de la fase en la que se encuentre dicho tumor y el estado general del paciente, existen dos tipos principalmente:
  • Curativa: en este caso, la intención de la quimioterapia es curar la enfermedad, pudiéndose emplear como tratamiento único o asociado a otros. Un paciente se considera curado cuando no existe evidencia de células tumorales durante mucho tiempo. 
  • Paliativa: con la quimioterapia se pretenden controlar los síntomas producidos por el tumor. Su objetivo primordial es mejorar la calidad de vida del enfermo y, si fuera posible, aumentar también su supervivencia.
El médico oncólogo, es el que decide qué tipo de fármacos y qué dosis es necesario administrar en función de una serie de factores como pueden ser: Tu estado general, enfermedades previas (cardiopatía, enfermedades vasculares, etc...) ,tipo de tumor, fase de la enfermedad y localización del tumor.

 

La quimioterapia se administra en forma de ciclos, alternando periodos de tratamiento con periodos de descanso. Un ciclo es, por tanto, el periodo de administración del tratamiento y el de descanso, hasta la siguiente administración.

Esta alternancia de “tratamiento – descanso” es fundamental para proporcionar a las células sanas del organismo el tiempo necesario para recuperarse del daño provocado por los medicamentos empleados, de tal forma que sean capaces de tolerar un nuevo ciclo de tratamiento, con una toxicidad o efectos secundarios aceptables.

Dependiendo del tipo de cáncer y de los fármacos que se vayan a emplear, la quimioterapia puede administrarse por dos vías diferentes: intravenosa u oral.

a)     Vía intravenosa: Los fármacos se introducen en el organismo a través de una inyección en la vena, generalmente del brazo (infusión). Es la vía de administración más frecuentemente empleada. En ocasiones, para evitar pinchar repetidamente una vena fina se emplea un tubo muy fino, largo y flexible, llamado catéter que se introduce desde una vena periférica hasta llegar a alcanzar una vena gruesa. Algunos fármacos citotóxicos tienen la posibilidad de dañar las venas, causando inflamación (flebitis); su administración por un catéter disminuye este riesgo. En otras ocasiones, estos fármacos se deben de administrar de forma continuada a lo largo de muchas horas, (lo que se denomina infusión continua), por lo que se hace necesario utilizar este tipo de catéteres.
El catéter permanece, sin ser retirado, durante todo el tratamiento. Con frecuencia está unido a un reservorio o port-a-cath (disco redondo de plástico o metal) que se introduce bajo la piel a nivel de la pared torácica anterior, siendo en este caso por donde se realiza la infusión de la quimioterapia. A través del port-a-cath es posible extraer sangre para la realización de análisis.
Para la infusión de los medicamentos se utilizan unas bombas de infusión que controlan el paso de la quimioterapia al interior del organismo de forma programada.

b)    Vía oral: El paciente toma por boca la medicación en forma de comprimidos o sobres. Esta vía sólo es posible para los fármacos que se pueden absorber por el estómago o intestino. Sólo es necesario el desplazamiento al hospital para el control periódico del tratamiento. Cada vez se emplea con más frecuencia, existiendo más fármacos citotóxicos capaces de ser absorbidos por el tubo digestivo.


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